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Mostrando entradas de 2025

Cuando piensas que va a vivir… y no

Hay momentos en el refugio que son especialmente crueles. Uno de ellos es cuando un gato empieza a mejorar: vuelve a comer, se levanta con más energía, hasta te mira con esos ojos que dicen “ya casi estoy bien”. Y de pronto, muere. Ese cambio que a veces llaman “la mejoría antes de la muerte” es una trampa para el corazón. Una ilusión que nos hace creer que todo va a estar bien, que ya lo logramos, que podemos respirar. Y de repente… el silencio. El cuerpo tibio que ya no se mueve. La esperanza que se quiebra. Nunca he sabido exactamente por qué pasa. Tal vez es el último esfuerzo del cuerpo antes de apagarse. Tal vez es un respiro para ellos. Pero para nosotros, es un golpe inesperado. Un “¿qué hice mal?”, aunque hayamos hecho todo lo que podíamos en ese momento. También están los que parecen sanos, estables, normales… y mueren sin aviso. Un gato que comía, jugaba, dormía bien, y de pronto cae. No hay fiebre, no hay signos. Nada que nos haya dado tiempo. Y ahí la culpa gri...

Cuando el amor no basta: custodias, decisiones y duelos silenciosos

A veces, el corazón se parte en silencio. Y no por falta de amor, sino por el peso de las decisiones que otros toman… y que tú cargas por tomar también decisiones sin límites.  En el refugio llegan gatos de muchas historias. Algunos los rescatamos nosotros. Otros vienen de personas que quieren ayudar, que intentan salvar vidas como pueden. Pero en ese intento, hay veces en que se delega más que un traslado: se entrega toda la responsabilidad, sin los medios ni la cercanía para asumirla juntos. Y cuando algo sale mal, lo que queda no es solo la tristeza, sino también la culpa. Aunque no debería ser así. Lo que aprendí de los límites que dolió poner Durante años intenté decir sí a todo. Pensaba que ayudar era nunca decir que no. Que si alguien me pedía recibir un gato, debía hacerlo, aunque viniera enfermo, aunque no tuviera recursos, aunque fuera desde otra ciudad. Pero la realidad terminó por enseñarme algo muy distinto: no siempre puedo con todo. Y eso no m...

El nuevo

A veces lo que más cuesta no es rescatar. Es decidir si lo dejo entrar. Desde afuera parece sencillo: llegó un gato enfermo, se ayuda, se cuida, se integra. Pero adentro… hay mucho más. Cuando llega un nuevo gato con síntomas —respiratorios, diarreas, desnutrición, lo que sea— lo primero que siento no es lástima. Es miedo . Porque sé lo que puede pasar si se activa un virus, si se desata una diarrea contagiosa, si algo se sale de control. Aquí en el Santuario  hay gatos inmunosuprimidos, viejitos, en tratamiento. Y un solo nuevo puede traer un montón de cosas que aún no se ven. No sé qué viene en ese cuerpito. Ni qué trae en su bagaje invisible de la calle. "Camino" llegó con secreciones y desnutrido.  Estornudando. Tenía hambre, pero más tenía miedo. Yo también. Creo que había Sido abandonado en la carretera, pues casi lo atropello, su debilidad no lo dejaba cruzar con agilidad.  Frené en seco y me baje a agarrarlo. Estaba inmóvil. No había opción,  Cami...

Cuando el virus vuelve

Ya sé cuándo empieza, aunque no haya fiebre. Se siente en el ambiente. Se ve en cómo dejan de jugar. En cómo uno se queda quieto, o no quiere comer, o empiezan los ojos a llorar y la mucosidad. Ahí sé que el virus está otra vez entre nosotros. No siempre viene igual, pero ya lo conozco. A veces es calicivirus, a veces rinotraqueítis, a veces los dos. No necesito pruebas de laboratorio para saber qué es. Lo veo todos los años. A veces más de una vez. En un refugio como este, es difícil que no se contagien casi todos. No hay forma de evitarlo del todo. Pero sí aprendí a responder rápido. Primero, revisar  la fecha de la última desparasitación.  Eso es lo primero siempre. Porque si el intestino está mal, todo lo demás falla.  Después pongo homeopatía preventiva en el agua, para todos. Y muevo a los que están peor. Los llevo a cuarentena. No siempre bien preparado el espacio, pero muevo lo que sea para acondicionarlo y aislarlos. Sé que no es perfecto, pero en medio del caos,...